RENOVACIÓN DE AUTORIDADES

INSTALACIÓN

DEL GRAN MAESTRO/GRAN PRIOR

Y DEL GRAN PRIOR ADJUNTO/DIPUTADO MAESTRO GENERAL DE LAS LOGIAS

 

En el transcurso de la celebración de la asamblea anual de la San Andrés 2017 celebrada el 25 de Noviembre de 2017 en la Casa de la Orden, tuvo lugar el presente año la renovación de Autoridades del Gran Priorato de Hispania, produciéndose la Instalación del nuevo Gran Maestro/Gran Prior y del Gran Prior Adjunto/Diputado Maestro General de las Logias.

 

Dicha Instalación se llevó a cabo en Capítulo de la Orden de los Caballeros Bienhechores de la Ciudad Santa, como colofón y después de haberse efectuado un Capítulo de Armamento en el que se Armaron 3 nuevos C.B.C.S.

 

En el solemne Capítulo de Instalación y siguiendo estrictamente el ceremonial previsto, el Gran Maestro/Gran Prior Instalador, instaló al nuevo Gran Maestro/Gran Prior Electo: Ferdinandus, in O. eques a Constanti Patientia y este último, una vez instalado, hizo lo propio con el Gran Prior Adjunto/Diputado Maestro General de las Logias: Henricus, in O. eques a Verbo Fideli, los cuales dirigirán los destinos del Gran Priorato de Hispania y de la Orden Rectificada durante los cuatro próximos años.

 

A continuación, reproducimos los principales discursos pronunciados por los protagonistas, tanto en el Capítulo de la Orden Interior celebrado por la mañana, como en la asamblea del Directorio General de las Logias Reunidas y Rectificadas celebrado por la tarde, a cuya salida, se ofreció un Vino de Honor servido en la Sala de Pasos Perdidos de la Casa de la Orden.

 

CAPÍTULO DE LA ORDEN INTERIOR

 

 

Discurso del nuevo Serenísimo Gran Maestro/Gran Prior

 

En el nombre de Dios Todopoderoso y de su Único Hijo, Nuestro Señor Jesucristo.

 

Mis Muy Queridos Hermanos Caballeros:

 

La Gran Maestría que habéis tenido a bien confiarme es la más alta magistratura del Gran Priorato de Hispania. Formalmente es unipersonal, cierto; pero quisiera compartir con vosotros mi idea de que en realidad tiene un aspecto vital y a priori que la hace colegiada. Y no me refiero a las funciones concretas que pueda detentar el Gran Consejo como órgano rector o al Gran Capítulo como asamblea.

 

Me refiero a todos vosotros, mis Hermanos Caballeros, a todos y a cada uno de vosotros, que sois quienes me habéis enseñado cuanto sé y que hoy, aquí, se materializa tras esta ceremonia en la que ponéis en mis manos tan alta responsabilidad.

 

Así pues, ha llegado la ocasión de agradeceros lo mucho, lo inmenso, lo ingente del bagaje que me habéis transmitido. Hace muchos años ya que todos vosotros, sin excepción alguna, sois mis Maestros. Muchos años. Y como quiera que mis padres me enseñaron que es de bien nacido ser agradecido, quiero haceros llegar, junto con un gran abrazo a todos y a cada uno de vosotros, mi agradecimiento, si es que se puede llamar así lo que siente un discípulo por su Maestro, por todo lo mucho que me habéis enseñado, me enseñáis y, sin duda, me seguiréis enseñando incansablemente sobre la Caballería. Y no me refiero al sentido más iniciático o ritualistico de la Caballería, que también; sino a la vivencia cotidiana de la Caballería en sí misma. Me habéis enseñado a vivir como un Caballero.

 

Me haría muy feliz saber que lo he aprendido, a pesar de mis muchas flaquezas humanas. En todo caso, el tiempo lo dirá. Y vosotros también lo diréis.

 

Para empezar, me habéis enseñado que la Caballería confiere una nobleza espiritual que no es ni aristocracia ni otras superficialidades banales, sino una profunda consagración mística que, como ya he dicho, dada mi condición mundana cuando accedí a la Orden, a duras penas podía ni imaginar. No obstante, siguiendo vuestro ejemplo, algún día tal vez sea digno de integrarla en su totalidad.

 

Una nobleza sentida, no impostada; vivida, no enajenada; idealizada, no pragmatizada. Una nobleza de alma y no de escudos.

 

Gracias.

 

Muy Reverendo Caballero, Ferran Juste Delgado

 

Me habéis enseñado qué es el Honor. Me habéis enseñado que no es un simple tópico literario, caduco, romántico y vacío de contenido. Me habéis enseñado que el Honor es aquello que hace que el espejo no sea nunca testigo de la vergüenza. Que el Honor es poder mantener la mirada fija en los ojos de tus propios hijos. Sonriendo, sin superioridad, sin prepotencia, sin cinismo, sin necesidad alguna de desafiar o demostrar nada. Simplemente en paz con uno mismo. Sencillamente, aprendiendo a confiar en nuestra propia identidad. Y enseñando que se puede confiar en nosotros tan solo porque somos así, porque creemos en nosotros mismos, porque aspiramos a ser acreedores a esa confianza que queremos compartir.

 

Gracias.

 

Me habéis enseñado la Grandeza; la negación de la soberbia. La Grandeza de la Dignidad, como contraposición a la mezquindad del orgullo. De una Dignidad personal y compartida que nos iguala a todos. Porque la Grandeza de alma no distancia a las personas sino que las aproxima. Aunque parezca un contrasentido, la Grandeza no jerarquiza, sino que iguala. Me habéis enseñado que la verdadera Grandeza es empática, solidaria y generosa. Así, tanto en abstracto como en concreto, incondicionalmente, con alegría y sin mezquindades; sin excusas, ni peros, ni cobardías, ni comodidades ni matices de ningún tipo. Grandeza de alma, generosa ad líbitum, hacia todos y todas sin distinción alguna de raza, sexo, edad, condición, creencia, patrimonio, clase social o circunstancia alguna, pues todos somos hijos de Dios y hermanos en Cristo, aunque algunos no crean en Él; y Dios ha dispuesto que todos compartamos la misma naturaleza humana, con todas sus imperfecciones. Y por tanto, todos compartimos la misma dignidad humana, imperfecta, claro, pero dignidad humana al fin y al cabo.  Todos estamos conjurados a defenderla y respetarla hasta las últimas consecuencias. Y más en estos tiempos materialistas, impúdicos y superficiales en los que parece que el precio del dinero sea más trascendente que el valor de las personas y que las personas solo son cosas, números, estadísticas, objetos de comercio o de deseo, como si viviésemos en un moderno mercado de esclavos. Nadie que sufra nos es indiferente y como decían los Caballeros del Hospital de San Juan, me habéis enseñado que todos los pobres, enfermos y desvalidos, son nuestros Señores y tienen plenos derechos sobre nosotros ante Cristo. Así pues, me habéis enseñado la vía de la Caridad.

 

Me habéis enseñado además que la Grandeza nunca necesita robar la Dignidad de nadie, pues, ¿no es, tal vez, un contrasentido enorme? ¿Desde cuándo la Grandeza del alma necesitaría parasitar la Dignidad de los demás? Sí, me habéis enseñado que nunca, nunca hay que humillar a “nadie”, pues ese “nadie” realmente siempre es algún “alguien” y ese “alguien” es nuestro prójimo; que nada hay más mezquino que el mercadeo competitivo que las humillaciones. Enseñándome la Grandeza del alma, me habéis enseñado también el Respeto y también con mayúsculas. Me habéis recordado magistralmente la cita evangélica de San Lucas y de San Mateo: quien se ensalza…

 

Así que, obviamente y como consecuencia de enseñarme la Grandeza del alma y el Respeto, me habéis enseñado la Humildad. Que es la alegría de vivir la realidad, la Aceptación, así, sin tapujos, lejos de complejos orgullosos y humillantes, pues la Humildad es la antítesis del enfermizo sentimiento de humillación, ya sea por activa o por pasiva y del pecado horrible de la soberbia, tal vez la más grave y estúpida de las enfermedades del alma. Ese pecado que necesita simultáneamente, para ser redimido, tanto de confesores como de psicoterapeutas.

 

Otra vez más, gracias, mis Maestros Caballeros.

 

También me habéis enseñado que la Elegancia en las formas no es de ninguna manera la distancia, sino que es quintaesencialmente la proximidad, la accesibilidad, la empatía, la sencillez, la naturalidad, la espontaneidad, la franqueza que siempre os ha hecho respetables por ser quienes sois y no por adoptar posturas más o menos postizas, artificiales y/o pomposas. Pero también por la mesura, el decoro y la discreción, pues la venerabilidad o respetabilidad se ejerce en forma reflexiva y no transitiva: es el autorrespeto, el autocontrol que se proyecta hacia afuera, no para ser supravalorado en un acto de autoensalzamiento, sino para respetar a los demás, pues los excesos en la personalidad acostumbran a ser percibidos como intrusivos por aquellos cuyo carácter es más tímido o menos expansivo… si no son considerados directamente, como una verdadera molestia o agresión social. Por contra, la moderación nunca ha incomodado a nadie.

 

Y no, la Elegancia de la que hablamos, todos sabemos que no es una simple cuestión de formas vacuas. Si es una forma, es una forma de amor. Porque es, entre otras cosas, una expresión social -fraternal me atrevería a decir- de la Amabilidad. Que ya es mucho. ¿Quién no desea un mundo más amable? Amable significa digno de ser amado. Y eso solo se consigue amando. Quien ama comprende; no juzga. Ese mundo amable está en nuestras mentes, en nuestros corazones. Pero, sobre todo, está en nuestras manos.

 

Y en todo caso, si el Honor es el nombre, la Elegancia es el adjetivo. Y en última instancia, ambos son expresiones del amor cristiano.

 

O así me lo habéis hecho ver con vuestro ejemplo.

 

Me habéis enseñado también el ejercicio de la Sabiduría, de la Imaginación, de la Visión de futuro, de la Amplitud de miras, del Conocimiento y de los conocimientos, todo un conjunto de cualidades de las que dimana el mejor Magisterio posible: el de transmitir paz espiritual, serenidad y seguridad al discípulo y el de poner siempre, siempre, por encima de cualquier tentación de juzgar, como si estuviésemos capacitados para hacerlo, la virtud de comprender. ¿Quién no necesita ser comprendido? Y ¿quién no perdona al comprender?

 

Por otro lado, ¿qué confianza nos inspira aquel que se cree que puede juzgarnos y actúa como tal? Ninguna. Porque lo que crea con su actitud solo es distancia. Por tanto, ¿cómo se puede ejercer un magisterio sin la confianza del discípulo? A un Maestro se le respeta porque se confía en él y se confía, es decir, se comparte la Fe en y con él porque el discípulo sabe que el Maestro le comprende y no le juzga.

 

¡Cómo os lo agradezco!

 

También sois mis Maestros en Coherencia. Como cristianos, fuisteis bautizados antes que iniciados como masones o armados como caballeros. Vuestro nombre siempre ha sido Cristianos; vuestros apellidos, Masones y Caballeros. Y siempre habéis antepuesto la Caridad Cristiana -aquel último Mandamiento que Él nos dio- por encima de cualquier otra consideración material o mental que pudiese distraeros en sentido alguno de vuestra condición de Discípulos de Cristo y de defensores jurados de su Fe.

 

Os lo agradezco y os admiro por ello.

 

La Madurez me la habéis enseñado mediante vuestros actos y actitudes, por el ejercicio continuado de tanta Responsabilidad como habéis adquirido a lo largo de los años de vuestra Caballería. Obviamente todos tenemos la madurez que nos dan la vida y los años, pero yo quisiera remarcar vuestra Madurez, aquella que es necesaria para mantener nuestras convicciones y defender nuestra Fe de una forma tan digna como constante, con una voluntad férrea (recuerdo que a los Caballeros Hospitalarios se les llamaba “los hombres de Fe y de hierro”), contra viento y marea, frente a toda adversidad, sabedores como sois y como me habéis enseñado, de que somos repositorios de un bagaje tradicional, de un inimaginable tesoro iniciático que tenemos el compromiso sagrado de transmitir, pasando el testigo y sin esperar nada a cambio, a generaciones futuras que seguro que lo harán mucho mejor que nosotros. Y por ello me habéis enseñado que vuestra Madurez y vuestro sentido de la Responsabilidad son expresiones modélicas del ejercicio de la Virtud de la Esperanza.

 

Tengo mucho más que agradeceros: el sentimiento de saber que sois mis Hermanos con todo lo que ello comporta, vuestra proximidad, vuestra complicidad, vuestra camaradería, vuestro trato… y tantos y tantos favores, muestras de hospitalidad, solidaridad, empatía, comprensión, paciencia… que no acabaría nunca. Es imposible hacer una lista.

 

Pero dicen que el undécimo mandamiento es el de no estorbar y ya hace demasiado que os estoy fatigando con mi verborrea. Así que, para terminar, quisiera desde aquí comprometerme con todos vosotros, en el sentido de que todas vuestras Enseñanzas intentaré siempre aplicármelas a mí mismo en la medida en que mis propias debilidades me lo permitan. Y también me comprometo a intentar transmitirlas lo mejor posible y con todas mis fuerzas a las futuras generaciones de Caballeros Bienhechores de la Ciudad Santa, tanto desde esta enorme responsabilidad que ocupo desde hoy en el seno de nuestra Orden, como desde las que pudiere detentar en un futuro y que tengáis a bien confiarme.

 

Pero, eso sí, siempre con el legítimo orgullo de haber tenido unos Maestros como vosotros.

 

Ferdinandus,

Eques a Constanti Patientia

 

ASAMBLEA DEL DIRECTORIO GENERAL DE LAS LOGIAS ESCOCESAS REUNIDAS Y RECTIFICADAS

 

Discurso del Gran Maestro

 

Mis muy Queridos Hermanos:

 

En estos momentos en los que tomo posesión del mandato que habéis tenido a bien confiarme, es obligado dirigiros a todos unas breves palabras que pretenden ser, tanto de agradecimiento por la confianza que me habéis hecho, como de presentación ante todos como nuevo Gran Maestro y Gran Prior del Gran Priorato de Hispania.

 

En el primer sentido, como ya digo, solo puedo expresar agradecimientos:

 

El primero, como es obvio, a la confianza que me dais con tanta generosidad por vuestra parte.

 

El segundo, como no podría ser de otro modo, al Magisterio, impecable de todo punto de vista, de mis Hermanos Mayores, que son quienes me han precedido en esta función y me han llevado de la mano hasta aquí. Todo nuestro reconocimiento hacia ellos, ya que si no hubiese sido por sus homéricos e incansables esfuerzos y sacrificios a lo largo del transcurso de años y de más años de vencer obstáculos, desazones y problemas… si no hubiese sido por ellos y por voluntad de la Providencia Divina, como digo, el Gran Priorato de Hispania simplemente no existiría.

 

El agradecimiento, no obstante y como si de una moneda se tratase, también tiene su otra cara. Y en esa otra cara hay dos bagajes enormes que me recaen encima y de los que soy plenamente consciente:

 

La primera enormidad es el Honor. Por ello, me comprometo ante todos, dado el enorme Honor que supone detentar esta Alta Magistratura, a intentar con todas mis fuerzas que la respetabilidad y dignidad del Gran Priorato de Hispania y del Régimen y Rito Escocés Rectificado continúen siendo referencia tanto en el mundo masónico como en el profano.

 

La segunda enormidad también es obvia: la responsabilidad. Y en este sentido, también, he de poner como único límite el de las fuerzas que Dios quiera concederme para llevar adelante nuestro proyecto. Por suerte, con Maestros como los que he tenido y tengo, y con la inapreciable ayuda y buena voluntad de todos, seguro que todo será más fácil. Y si hay errores, que los habrá porque es propio de humanos equivocarse, siempre serán únicamente atribuibles a mi propia limitación.

 

En todo caso, y me conocéis de sobras como cristiano y montserratí, desde ahora mismo imploro la protección de la Mare de Deu de Montserrat en todo nuestro cometido. Bajo su Manto Protector, ¿cabe acaso alguna desconfianza en el futuro?

 

Como presentación, también, poco tengo que explicar de mi persona: me conocéis de sobras desde hace muchos años, me habéis soportado con mucha más paciencia de la que merezco y sabéis como soy mucho mejor que yo mismo.

 

En todo caso, no vengo a cambiar nada ni lo pretendo:

 

En primer lugar, porque somos Masonería de Tradición y las tradiciones no se cambian gratuitamente como si de modas se tratase. Tal aberración sería desvirtuar o pervertir el legado que nos hemos comprometido a transmitir en toda su pureza a las futuras generaciones de Masones Rectificados. Es un legado que no nos pertenece. Solo somos repositorios y transmisores. Y ya es mucho lo que ello comporta si se pretende llevar a cabo con un mínimo de eficacia y de coherencia.

 

Pero es que, además, ¿quién sería yo para pretender enmendar la plana al magisterio de mis Hermanos Mayores, de  mis Maestros, de mis Referentes?

 

El GRAN PRIORATO DE HISPANIA cuya más alta Magistratura habéis tenido a bien poner en mis manos, es una Institución concebida y enfocada para la práctica del Rito Escocés Rectificado. Para que esa práctica lo sea conforme a nuestros Códigos y Constituciones fundacionales, ha de serlo de acuerdo a la estructura prevista en los mismos y que se denomina Régimen Escocés Rectificado.

 

La singularidad propia del Rito Escocés Rectificado que hace que sea considerado hoy en día como una de las pocas vías iniciáticas todavía vivas en el mundo Occidental, no se limita al rito propiamente dicho, sino que abarca también su misma estructura.

 

Por poner un ejemplo que ilustre la noción de estructura a que nos estamos refiriendo, nos hemos de ir a las propias circunstancias en que este sistema masónico y caballeresco fue creado. En primer lugar, hay que partir de la base que el Rito Escocés Rectificado nació como una reforma (de ahí el apelativo de “Rectificado”) de otro sistema masónico y caballeresco ya existente: la Estricta Observancia, la cual una vez aprobados los Conventos fundacionales, quedó formalmente extinguida.

 

Sin embargo, la Estricta Observancia tenía ya antes de la reforma una concepción territorial de tipo supranacional que no se ajustaba a las divisiones territoriales coincidentes con los estados existentes en el siglo XVIII, momento en que se llevó a cabo la reforma de la que estamos tratando y que dio lugar al Rito Escocés Rectificado. Esa división territorial a que nos estamos refiriendo se debía -y todavía se debe- a que la Estricta Observancia primero y el Rito Escocés Rectificado después, contemplaban el territorio sobre el que se desplegaban en Provincias, coincidiendo y de acuerdo con la división territorial de las Provincias de la antigua Orden del Temple.

 

Así, el Código de la Orden de los Caballeros Bienhechores de la Ciudad Santa (título con el que se conoce también la Orden, globalizando la estructura del Régimen Escocés Rectificado, y comprendiendo la Orden Interior y la Clase Simbólica), en su Título 3, que trata de la “Composición de la Orden”, empieza diciendo: La Orden de los Caballeros Bienhechores de la Ciudad Santa está dividida en 9 provincias:

 

  1. Aragón,
  2. Auvernia,
  3. Occitania,
  4. León,
  5. Borgoña,
  6. Gran Bretaña,
  7. Alemania interior entre el Elba y el Oder,
  8. la alta Alemania e Italia,
  9. Grecia y Archipiélago.

 

Simplemente echando un vistazo al actual mapa político de Europa nos daremos rápidamente cuenta que tal cual veían el despliegue de la Orden nuestros fundadores, no coincidía con el mapa político existente en el siglo XVIII ni tampoco con el del actual siglo XXI. Nos viene a la mente y nos hace pensar sobre la diferenciación entre “contenido” y “continente” y la importancia que nuestros fundadores querían dar a uno y otro concepto.

 

Observamos aquí de entrada una noción de “universalidad” más allá de cualquier frontera o límite que el mundo masónico ha ido cambiando con el transcurrir del tiempo, volviendo lo que se quería sustancial en accesorio.

 

Otro indicio que nos llama la atención sobre el hecho del aspecto subsidiario que nuestros fundadores otorgaban a la división territorial de Naciones/Estado, es que la reforma de que estamos hablando se gestó en dos fases y mediante dos Conventos situados en lugares geográficamente distintos, desarrollándose el primero en Lyon (Francia) en 1778 y el segundo en Wilhelmsbad (Alemania) en 1782.

 

Siguiendo esta misma línea, veremos que la Orden contemplaba en su estructura un Gran Maestro General -que en 1782 era el duque Ferdinand de Brunswick y Lunebourg- quedando el resto de Provincias contempladas, dirigidas por una suerte de Grandes Maestros Provinciales. Como se puede ver en esta organización, nada que ver con la actual repartición territorial que contempla la Masonería y menos aún, con la contemplada por la Regularidad de la Gran Logia Unida de Inglaterra que solo reconoce una organización por Estado.

 

Y nosotros nos preguntamos ¿dónde queda aquí la tan recurrente “universalidad de la Orden masónica”? ¿Qué es lo realmente importante? ¿La Orden -que sería aquí el “contenido”- ? o ¿el estado – que sería aquí el “continente”-? La idea de universalidad de la Orden va más allá de esa visión local a la que finalmente la hemos reducido, y mira decididamente a ese hombre universal, a la Humanidad entera sin que esa universalidad implique tampoco uniformización y en la que la particularidad local puede y debe contribuir al enriquecimiento del conjunto.

 

La idea de la Orden Rectificada de nuestros fundadores está más cercana a la Europa carolingia, benedictina, cisterciense y templaria de lo que podría suponerse a primera vista.

 

De hecho, otras órdenes hermanas han funcionado igual, como es el caso de la Orden de los caballeros Hospitalarios de San Juan de Jerusalén. Quien tenga la ocasión de viajar a la Isla de Rodas podrá ver el barrio donde estaba radicada la sede de la Gran Maestría del Orden del Hospital y especialmente la Calle de los Caballeros, que en griego aún conserva el mismo nombre (Odos Ippoton), donde las casas de las diferentes “lenguas” correspondían a lo que hoy podemos entender como Maestrías Provinciales o “Prefecturas”.

 

De facto, era el mismo espíritu universal, enriquecido por la pluralidad geográfica de su membresía.

 

¿Llegaremos a recuperar plenamente, tal vez algún día en un futuro ese espíritu, esa esencia que intentaron plasmar los fundadores de Nuestra Orden cuando la crearon?

 

Dejo abierta la pregunta en el aire. El futuro aún está por escribir. El pasado ya lo está. Aprendamos de él. Pero en cualquier caso, lo que sí podemos constatar de facto es que ese universalismo masónico más allá de cualquier frontera y diferencia, querido por nuestros fundadores, de hecho ya lo estamos aplicando pues en la actualidad el Gran Priorato de Hispania -además de aquí donde está la sede o Casa de la Orden por razón de ser el lugar de residencia del Gran Maestro y Gran Prior, está presente en Argentina, Bolivia y Chile… y ¿Por qué no en un futuro próximo en Italia?

 

Ojalá que este espíritu de universalismo a que nos estamos refiriendo cunda también entre el resto de Organizaciones europeas practicantes del Rito Escocés Rectificado, aglutinándonos en torno a la tradición emanada de nuestros Códigos fundacionales. Por ello, quisiera terminar mi exposición recordando también aquí una vieja aspiración en el bien de la Orden: la celebración de un nuevo Convento General de la Orden Rectificada que revisara el estado de fidelidad actual a dichos Códigos fundacionales, como ya planteó un anterior precursor mío hace años.

 

En fin, Queridos Hermanos; ahora sí, para acabar, quiero haceros saber que en muy breves días cursaremos los decretos en los que formaré el “nuevo” Gran  Consejo que como podréis ver en su momento, fuera de remodelaciones obvias, consecuencia de nuestra realidad territorial actual, tampoco será tan “nuevo”, pues como digo, en esencia, tanto el GPDH como el RER son estructuras de tradición y en coherencia con esa idea, las líneas de trabajo que me planteo solo pretenderán continuar con la eficacia manifiesta de lo que se ha plasmado hasta ahora.

 

 

Recibid, todos y cada uno de vosotros un triple y fraternal abrazo.

 

 

Discours en français

 

Mes très chers Frères

 

Au moment où je prends possession du mandat que vous avez bien voulu me confier, je dois vous adresser à tous quelques mots tant pour vous remercier de la confiance que vous m’avez témoignée, que pour me présenter devant vous comme le nouveau Grand Maître et Grand Prieur du Grand Prieuré d’Hispania.

 

En premier lieu, comme je l’ai dit, je ne peux qu’exprimer des remerciements. Tout d’abord pour la confiance que vous me faites avec tant de générosité ; Ensuite, mais comment pourrait-il en être autrement, au Magistère, à tout point de vue remarquable, de mes Frères ainés qui m’ont précédé dans cette fonction, et m’ont accompagné jusqu’ici. Ils ont toute notre reconnaissance, car sans leurs homériques et inlassables efforts et leurs sacrifices tout au long des années pour vaincre les obstacles et les problèmes, sans eux et sans la volonté de la providence Divine, le GPDH n’existerait pas.

 

Cependant, la reconnaissance ou la gratitude, comme une pièce de monnaie a une autre face, et sur cette autre face il y a deux importantes charges qui m’incombent et dont je suis pleinement conscient.

 

La première est l’Honneur. Pour cela je m’engage devant tous, étant donné l’énorme honneur que suppose de détenir cette haute Magistrature, à faire en sorte que la respectabilité et la dignité du GPDH, du Régime et du Rite Ecossais Rectifié continuent de faire référence tant dans le monde Maçonnique que profane.

 

La seconde, évidente, est la Responsabilité, et pour cela, je ne dois me fixer comme unique limite que celle des forces que Dieu voudra bien me donner pour porter notre projet en avant. Heureusement, avec les maîtres que j’ai eus et que j’ai, et avec l’aide inestimable et la bonne volonté de tous, je suis sur que cela sera plus facile. Et s’il y a des erreurs, et il y en aura, car c’est le propre des hommes de se tromper, elles ne seront dues qu’à mes propres limites.

 

Dans tous les cas, et vous me connaissez suffisamment comme Chrétien et fervent de Montserrat (Monserrati), j’implore dès aujourd’hui la Protection de la Mère de Dieu de Montserrat dans la totalité de notre entreprise. Sous son Manteau Protecteur, nous n’avons aucune raison de douter de l’avenir.

 

Je n’ai pas grand-chose à dire sur ma personne : vous me connaissez depuis longtemps, vous m’avez supporté avec plus de patience que ce que je mérite et me connaissez mieux que moi-même. Dans tous les cas je ne vais ni ne prétends rien changer :

 

D’abord parce que nous sommes une Maçonnerie de Tradition et les traditions ne se changent pas gratuitement comme s’il s’agissait de modes. Ce serait une telle aberration que de dénaturer ou pervertir l’héritage que nous nous sommes engagés à transmettre dans toute sa pureté aux futures générations de Maçons Rectifiés. C’est un héritage qui ne nous appartient pas. Nous n’en sommes que les dépositaires et les transmetteurs. Et c’est déjà beaucoup si nous voulons réussir avec un minimum d’efficacité et de cohérence.

Mais en plus comment pourrais-je prétendre modifier tout ce qui a fait le magistère de mes Frères ainés, de mes Maîtres et de mes Référents ?

 

Le GPDH dont vous avez bien voulu me confier la charge, est une institution conçue et concentrée pour la pratique du Rite Ecossais Rectifié. Afin que cette pratique soit conforme à nos Codes et constitutions fondatrices, elle doit être en accord avec la structure que ces mêmes codes et constitutions  ont prévu et qui s’appelle le Régime Ecossais Rectifié.

 

La singularité propre au Rite Ecossais Rectifié qui fait qu’il est considéré comme une des rares voies initiatiques encore vives dans le monde occidental, ne se limite pas au Rite proprement dit mais couvre aussi sa propre structure.

 

Pour illustrer cette notion de structure à laquelle nous nous référons, nous devons considérer les circonstances dans lesquelles le système maçonnique et chevaleresque fut créé. En premier lieu, il faut partir du fait que le Rite Ecossais Rectifié naquit comme une réforme (d’où le nom de Rectifié) d’un autre système maçonnique et chevaleresque déjà existant : la Stricte Observance, qui une fois approuvés les convents fondateurs, resta formellement inactive (éteinte).

 

Toutes fois, la Stricte Observance avait déjà avant la réforme une conception territoriale de type supra national qui ne correspondait pas aux divisions territoriales correspondant aux Etats existant au XVIIIème siècle, date à laquelle se termina la réforme dont nous parlons et qui donna lieu au Rite Ecossais Rectifié. Cette division territoriale à laquelle nous nous référons, venait et vient toujours de ce que la Stricte observance d’abord et le Rite Ecossais Rectifié ensuite, envisageaient le territoire sur lequel ils se déployaient en Provinces, correspondant en toute conformité à la division territoriale des Provinces de l’Ancien Ordre du Temple.

 

Ainsi le Code de l’Ordre des CBCS (titre sous lequel on connaît aussi l’Ordre englobant la structure du Régime Ecossais Rectifié et comprenant l’Ordre Intérieur et la classe Symbolique) dans son Titre III « Composition de l’Ordre en Général » commence en disant :

« L’Ordre des CBCS est divisé en 9 Provinces :

  1. Aragon,
  2. Auvergne
  3. Occitanie
  4. Léon
  5. Bourgogne
  6. Grande Bretagne
  7. Allemagne Intérieure entre l’Elbe et lOder
  8. Haute Allemagne et Italie
  9. Grèce et Archipel

 

En jetant simplement un coup d’œil sur l’actuelle carte politique de l’Europe, nous nous rendrons rapidement compte que la façon dont nos fondateurs voyaient la répartition de l’Ordre ne correspondait pas

A la carte politique existante au XVIIIème siècle ni à celle du XXIème siècle. Cela nous pousse à réfléchir sur la différenciation entre le « contenu » et le « contenant » et l’importance que nos fondateurs voulaient donner à l’un et l’autre concept.

 

On observe ici dés le début une notion d’Universalité au delà d’une certaine frontière ou limite que le monde Maçonnique a changé au fil du temps, en changeant ce qui se voulait essentiel en accessoire.

 

Un autre indice qui attire notre attention sur l’aspect subsidiaire que nos fondateurs octroyaient à la division territoriale des Nations/Etats, est que la réforme dont nous parlons se déroula en deux phases au travers de deux convents situés dans des lieux géographiquement distincts, le premier à Lyon (France) en 1778 et le second Wilhelmsbad  (Allemagne) en 1782.

 

En suivant cette même ligne, nous verrons que l’Ordre prévoyait dans sa structure un Grand Maître Général- qui en 1782 était le Duc Ferdinand de Brunswick et Lunebourg- laissant le reste des provinces prévues, dirigé par une sorte de Grands Maîtres provinciaux. Comme on peut le voir cette organisation n’avait rien à voir avec l’actuelle répartition territoriale que prévoit la Maçonnerie et encore moins avec la répartition prévue par la Régularité de la Grande Loge Unie d’Angleterre qui seule reconnaît une organisation par Etat.

 

Et nous nous demandons : où se trouve ici l’idée si récurrente «d’Universalité de l’Ordre Maçonnique » ? Qu’est ce qui est vraiment important ? l’Ordre – qui serait ici le « contenu »- ? ou l’Etat –qui serait ici le « contenant »- ? L’idée d’Universalité de l’Ordre va plus loin que cette vision locale à laquelle nous l’avons finalement réduite et concerne décidemment cet homme universel, l’Humanité entière sans que cette universalité implique aussi une uniformisation, et dans laquelle la particularité locale peut et doit contribuer à l’enrichissement de l’ensemble.

 

L’idée de l’Ordre Rectifié de nos fondateurs est plus proche de l’Europe Carolingienne, Bénédictine, Cistercienne et Templière que ce qu’on pourrait le supposer à première vue.

 

En fait, d’autres ordres frères ont fonctionné ainsi, comme l’ordre des Chevaliers Hospitaliers de St Jean de Jérusalem. Celui qui a l’occasion de se rendre sur l’Ile de Rhodes pourra voir le quartier ou se trouvait le siège de la Grande Maîtrise de l’ordre des Hospitaliers et spécialement la rue des Chevaliers, qui en Grec garde le même nom (Odos Ippoton), où les maisons des différentes «Langues  » correspondaient à ce que nous appelons aujourd’hui les Maîtrises Provinciales ou les Préfectures.

 

En fait, c’était le même esprit universel, enrichi de la pluralité géographique de ses membres.

 

Arriverons-nous un jour à retrouver pleinement cet esprit, cette essence qu’essayèrent  de traduire les fondateurs de notre Ordre quand ils  le créèrent ?

 

Je laisse cette question en suspend. Le futur est encore à écrire. Le passé l’est déjà ; Tirons-en des leçons. Mais dans tous les cas, ce que nous pouvons constater de facto est que cet universalisme maçonnique au delà des frontières et des différences, voulu par nos fondateurs, en fait nous l’appliquons déjà car actuellement le GPDH, outre ici où se trouve le siège ou la Maison de l’Ordre car c’est la résidence du Grand Maître et Grand Prieur, est présent en Argentine, Bolivie et Chili… et pourquoi pas dans un futur proche en Italie ?

 

Pourvu que cet esprit d’universalité auquel nous nous référons se propage dans les autres organisations européennes pratiquant le RER nous regroupant autour de la tradition issue de nos Codes fondateurs.

 

Ainsi je voudrai terminer mon exposé en rappelant ici une vieille aspiration pour le bien de l’Ordre ; la célébration d’un nouveau Convent Général de l’Ordre Rectifié qui veillera au respect actuel des codes fondateurs comme l’avait envisagé l’un de mes précurseurs il y a quelques années.

 

Pour finir, chers Frères, je tiens a vous faire savoir que très prochainement, nous adresserons  les décrets dans lesquels je nommerai le nouveau Grand Conseil qui comme vous pourrez le voir en temps voulu, en dehors des changements obligatoires, conséquences de notre réalité territoriale actuelle , ne sera pas si nouveau, car comme je le dis en substance, tant le GPDH que le RER sont des structures de tradition et en cohérence avec cette idée, mon objectif sera de continuer avec l’ efficacité manifeste de ce qui s’est concrétisé jusqu’à maintenant.

 

Recevez tous et chacun d’entre vous une Triple et Fraternelle accolade

 

Ferran Juste Delgado

Gran Maestro y Gran Prior

Gran Priorato de Hispania

 

DISCURSO DE DESPEDIDA DEL GRAN MAESTRO/GRAN PRIOR EMÉRITO

 

 

Josephus, in O. eques a Beneficientia

 

Q.H. todos, cada uno de vosotros en vuestros grados y condiciones.

 

Hoy es un día importante, para mi de despedida, en el que debemos celebrar la instalación del nuevo Gran Maestro/Gran Prior, por lo que no voy a daros ningún discurso magistral. Es a él a quien corresponde el honor de dirigirse a todos vosotros como nuevo GM/GP electo.

 

Yo podría pasar lista de todo lo sucedido durante los 4 años de mi Maestría, pero no lo voy a hacer, entre otras razones, porque ya lo sabéis puesto que juntos lo hemos vivido.

 

Pero sí me gustaría brevemente hablaros del amor. El amor es uno de los aspectos más importantes en nuestra vida y está presente en casi todo lo que nos rodea. Innumerables veces, las lágrimas o la emoción nos embargan por razones de amor. Sin embargo, en la actualidad nosotros no vemos el amor como algo que hay que aprender sino como un sentimiento espontáneo.

 

Visto desde un punto de vista ético y filosófico, el amor es un concepto con dualidad de significación. Es considerado, en una primera acepción, como un conjunto de actitudes y conductas vinculadas al afecto, expresadas en ciertos sentimientos, emociones y experiencias típicas.

 

En su segunda acepción, el amor es considerado una virtud de orden superior que condensa todo el afecto y la bondad de que es capaz el ser humano. Nos encontramos entonces, como punto de partida, con dos aproximaciones a lo que significa o implica el amor, aunque diferentes en su alcance: una, que considera el amor en su dimensión psico-fisiológico-social, y otra de carácter simbólico que lo considera como una virtud o algo espiritual o intangible, vinculado a actitudes y conductas orientadas al compartir social.

 

Podemos decir entonces que el amor tiene dos dimensiones: una física, y otra simbólica o virtual.

 

Empezaremos considerando que el amor es ambas cosas -lo sensitivo y lo espiritual- y algo más.

 

En efecto, el amor no es sólo un conjunto de sentimientos y experiencias sensitivas. De hecho, se concibe el amor como lo más grande, en sentido positivo, que puede experimentar o vivenciar alguien.

 

Desde la antigüedad más lejana hasta hoy, muchas personas han sido capaces de dedicar o entregar espontáneamente, por amor, su propia vida. Por tanto, del amor se derivan actitudes y conductas como la comprensión, la empatía, la generosidad, la fraternidad, la tolerancia y la solidaridad, entendidas filosóficamente también como virtudes.

 

La amistad, como la expresión más cotidiana del amor, mentalmente pasional, también abarca todas las actitudes o virtudes indicadas, pues amar implica ser empático, comprensivo, generoso, fraterno, tolerante y solidario.

 

Estamos de acuerdo que el amor es algo inherente a lo esencial de la vida, perteneciendo al orden vital.

 

Nacemos a partir del amor de una pareja, y necesitamos de actuaciones y cuidados para superar o sobrevivir a esa etapa de minusvalía característica de la primera infancia, lo cual conseguimos gracias al amor.

 

Visto bajo el prisma cristiano, el amor es sufrido y bondadoso. Es bondadoso sin importar la naturaleza de la provocación. El que un cristiano trate a otros con aspereza o brusquedad no resulta en bien alguno.

 

No obstante, el amor es firme y obra en justicia en aras de la rectitud. Aquellos a quienes se les ha conferido autoridad pueden disciplinar a un malhechor, pero al hacerlo, deben tratarlo con bondad, pues la falta de bondad no beneficia ni al consejero áspero ni al transgresor, más bien, solo puede resultar en alejarlo más del arrepentimiento y de la posibilidad de que modifique su comportamiento.

 

El amor “no se vanagloria, no se hincha”, no busca el aplauso ni la admiración de otros. La persona que tiene amor no rebajará a su semejante con el objeto de aparentar ser más importante.

 

El amor no es mal educado. No toma parte en conductas deshonestas, ni es rudo, vulgar, descortés, insolente, grosero o irrespetuoso con ninguna persona.

 

El que manifiesta amor evitará hacer aquello que directa o indirectamente perturbe el ánimo de sus hermanos. Además, el amor impulsará al cristiano a comportarse de una manera honorable a la vista de quienes no son creyentes.

 

La persona que manifieste amor no exige que las cosas se hagan a su modo. El amor no se siente provocado. No busca ni una ocasión ni una excusa para sentirse provocado. No da lugar a estallidos de cólera. La persona que tiene amor no se ofende con facilidad por lo que otros dicen o hacen. No está preocupado en exceso porque se hiera su “dignidad”.

 

En fin Q.·.Q.·.H.·.H.·., os agradezco que hayáis soportado con estoicidad esta plática y me gustaría que la recordaseis como mi legado a estos cuatro años de Maestría.

 

Hoy, durante la instalación del Gran Maestro, en un momento dado el ritual decía: “Un G.M. emérito [que esta es ahora mi situación], incluso si no ejerce un mando directo sobre la Orden, continúa encarnando la sabiduría y el honor…” …Y aquí me tenéis mis Queridos Hermanos a vuestra total disposición.

 

He dicho.

 

JOSEPHUS

In O. eques a Beneficientia

Gran Maestro/Gran Prior Emérito

 

En la Casa de la Orden, el 25 de Noviembre de 2017/6014 en modo masónico

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