Amadísimos Hermanos Todos.
Como no manifestar la inmensa alegría que nos otorga contemplar místicamente, que un año más de nuestra existencia terrenal, se nos de la gracia de participar en este mundo de los acontecimientos divinos. No podemos por lo tanto, mencionar que el gran instrumento para la encarnación de nuestro Dios y salvador Jesucristo es La Santísima Purísima e Inmaculada y Gloriosa Siempre Virgen María que desde los tiempos proféticos es anunciada para llevar a efecto el Plan de Salvación Del Padre iniciado desde antiguo y hecho realidad con la Encarnación de su Hijo en una humilde gruta de Belén.
“PREPÁRATE, OH BELÉN, PORQUE EL EDÉN HA SIDO ABIERTO PARA TODOS. APRÉSTATE EFRATA PORQUE EN LA GRUTA HA FLORECIDO DE LA VÍRGEN EL ÁRBOL DE LA VIDA; PORQUE EN SU SENO HA APARECIDO COMO PARAÍSO ESPIRITUAL, QUE CONTIENE EL DIVINO RETOÑO, QUE AL COMER DE ÉL VIVIREMOS Y NO MORIREMOS COMO ADÁN. CRISTO NACE RESTAURANDO LA IMAGEN QUE ANTERIORMENTE HABÍA CAÍDO».
Con estas palabras la Iglesia nos invita a contemplar la natividad de Cristo, que es nacimiento de la Luz como las esperanzas de nuestras vidas, pero que también es nacimiento de nuestra humanidad que anhela participar de los bienes eternos, con la alegría que aleja de nuestras vidas la oscuridad de la actual sociedad y sus preocupaciones mundanas. Desde una gruta acá en la tierra, el que habita en los cielos, el Señor de toda la creación, eligió contemplar la humanidad a la que por amor se hizo hombre, para elevar a los hombres a la altura de la divinidad. La Santísima Virgen María se revistió del manto de la divinidad para cobijar en su seno al hijo de Dios, el salvador de la Humanidad. En Belén Tierra de Palestina, al sur de Jerusalén, de Oriente vino a nosotros El Sol de Justicia plantando su Buena nueva, habitó en el pesebre del alma. Que Dios les Bendiga en estos Días y les llene de gracias espirituales.