GLORIA IN EXCELSIS DEO

“Mirad hecho hombre al Creador del hombre, para que mamase leche el que gobierna el mundo sideral, para que tuviese hambre el pan, para que tuviera sed la fuente, y durmiese la luz, y el camino se fatigase en el viaje, y la Verdad fuese acusada…” (Sermón 191,1: PL 38,1010, San Agustín)

Queridos Hermanos:

Cercana ya la fiesta de la Navidad del Señor quisiéramos compartir con todos vosotros una pequeña reflexión de la mano de uno de los Padres de la Iglesia, San Agustín, cuyo texto entresacado de uno de sus sermones encabeza este escrito. El Obispo de Hipona, quiere que los cristianos subamos de lo temporal a lo eterno, del mundo visible al mundo invisible en la contemplación del misterio del Nacimiento de la Palabra hecha carne en Belén:  “Jesús yace en un pesebre, pero lleva las riendas del gobierno del mundo; toma el pecho, y alimenta a los ángeles; está envuelto en pañales, y nos viste a nosotros de inmortalidad; está mamando, y lo adoran; no halló lugar en la posada, y Él fabrica templos suyos en los corazones de los creyentes. Para que se hiciera fuerte la debilidad, se hizo débil la fortaleza…”

(Sermón 190,4: PL 38,1009, San Agustín).

De maravilla en maravilla, de paradoja en paradoja, San Agustín va a dar siempre en la humildad de Dios. La virtud de la humildad es la gran lección del misterio de Belén. ¡Qué diferente es la actitud de los hombres! Ante nuestra soberbia de querer ser semejantes a Dios, la humildad de Dios que se despoja de su categoría divina para hacerse hombre; ante nuestro orgullo, la mansedumbre del Niño Dios que viene a hacerse obediente a la voluntad del Padre desde la cuna a la cruz; ante nuestra ira, juicios y luchas, la ternura de un niño que nos mira con amor desde una gruta; y ante un mundo dividido y en guerra, suenan las voces de los ángeles que cantan a coro:

“Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que Dios ama…” (Lc 2, 14)

Desde esta Gran Capellanía del Gran Priorato de Hispania os deseamos esta paz que nace de un corazón manso y humilde como el de Cristo. Paz entre todos los hombres y mujeres que habitamos este mundo y un año nuevo lleno del amor de Dios.